Navegador |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
El Duendecillo
Bienvenidos a La selección de cuentos que la Asociación
Cultural Mirador de San Lorenzo lleva realizando desde el año
2001.
SIGUE CONTANDO
Érase una vez,
Hace muchos años, muchísimos años, más de 4.000 años.
En el tejado oriente, ese pueblo espiritual, sutil y enigmático, en la remota y fina Persia, el país de las hadas. Estas criaturas mágicas que aparecen en forma de madrinas encantadas en el nacimiento de todos los niños y niñas para ofrecerles dones y enseñarles el camino de la dicha o la desgracia y que continúan a nuestro lado siempre que necesitado, para aquellos adultos que queremos verlas.
Ocurrió que enjambres de diferentes espíritus elementales jugando con la luz y las partículas de aire fresco, puro y místico, formaron miles y miles de diversos seres hadados y fantásticos que entrelazaron y crecieron en esta tierra recóndita y voluptuosa, obedeciendo a los encantamientos y a las invocaciones de los magos. Así, a través de los tiempos fueron extendidos a todo el mundo por los viajeros y los extranjeros que les llevan, sin ellos saberlo, entre los pliegues de las túnicas o escondidos en sus turbantes; atravesando países, sacudiéndoles allá donde se detenían junto a las historias que narraban de su venturoso viaje, hechizando a quienes escuchaban todo cuando habían visto y oído. Estas fascinantes criaturas han formado su propio mundo, el mundo de la magia, tan necesaria en nuestra vida, convirtiéndose en los principales protagonistas de los cuentos de y leyendas y que vivirán para mejorar nuestro mundo mientras los humanos creamos en ellas, está es la única condición que piden, si lo hacemos Fantasía no morirá nunca en ellos vivirán junto a nosotros por los siglos de los siglos jamás.
La continuación del cuento es más que la fusión de la realidad y la fantasía, del mito y la leyenda, que nace de la fuente inagotable de la luz que es la inspiración, de la que deben escritores y poetas.
Contar, contar, contar es tan necesario como vivir y tan antiguo como la vida. Contar para divertir y divertirse, para transmitir sabiduría, para depositar experiencia, para traspasar culturas; contar para reflexionar, para conservar y respetar tradiciones, contar para recordar y ser recordados, contar para no olvidar las injusticias sociales, la lucha de clases y de razas; para diferenciar el mal del bien; contar es tan necesario como saber escuchar. Antes de aprender a leer y a escribir aprendimos a contar y a escuchar y a si ruedan las perlas vienen rodando los cuentos de generación en generación, de pueblo en pueblo y de boca en boca.
Mucho antes de que el ser humano habitara en la tierra, ya existía el cuento. La naturaleza tiene sus propios tiene sus propios cuentos contados y cantados por el agua en las cascadas, en los riachuelos, en las fuentes y en las olas del mar; y también los bosques, llevados por el viento de árbol en árbol de hoja en hoja, increíbles historias, leyendas y canciones para quien las quiera escuchar. Los arboles sabían de este encanto, por eso se rodearon de fuentes y canales y frondosos jardines y Vivian maravillosas y mágicas noches en. El cuento ha vivido siempre y su objetivo es el de despertar una reacción emocional esencial. Ya sea un cuento popular o literario, infantil o para adultos, de terror, poético, de fantasía, dramático, da igual que leamos a Roahl Dadl, o a Clarín, hay un cuento para cada edad y para cada momento de la vida. Afortunada mente para mi los cuentos acompañaron mi niñez y fue creciendo el amor a la lectura, la literatura y la poesía y el teatro que últimamente se ha convertido en una pasión. Por eso, por tanta facilidad como me dan tantas aficiones quiero agradecer a aquellas personas que depositaron en mi esta semilla de arte a través de mis oídos, antes incluso de que mis ojos pudieran fijarse y les llamara la atención esas ilustraciones tan hermosas de figuras tan cercanas y maravillosos colores; porque ya escuchaba fantásticas historias contadas o cantadas por las voces cercanas. Recuerdo especial mente la voz, mejor dicho las voces, porque cambiaban según el personaje que hablara, de mi abuelo. Sentada en sus rodillas, cogida de su mano paseando, o acurrucada mientras me acariciaba el pelo o me rascaba suavemente la espalda hasta que el cuento se iba fundiendo y confundiendo con el dulce sueño. Con el cuento también me trasmitía su amor, su cuidado y atención, además de Abrir mi imaginación a mundos imaginables. Todos deberíamos crecer con ellos,” ni un niño sin cuentos” podrían ser el eslogan.
Nuestro compromiso es seguir alimentando esta fuente de sabiduría, y de imaginación y seguir, los que tienen ese don, escribiendo y los que no contando cuentos, a nuestros hijos, a nuestros nietos, a todos los niños y niñas cercanos; creer que es el mejor tiempo que podamos emplear, es un tiempo doblemente ganado. Ellos tratan de ganarlo, todavía no, cuéntame otro cuento un poco porque les gusta oírlos y un poco porque nos tienen dedicados a ellos exclusiva mente, o porque quieren retrasar la hora de ir a dormir y de esta forma” ganar tiempo “mientras que para nosotros nos detiene. Vivimos unos minutos mágicos extraordinarios, nos volvemos niños y a la vez crecemos con ellos. No hay mejor momento que el de la mirada de mi nieta Lucia cuando le cuento un cuento, tras otro, porque no se cansa hasta que se agota nuestra imaginación; también cuando miro a su abuelo viviendo tantas aventuras y convertido en Peter Pan, el Mago de Oz, en un dinosaurio o en la ratita presumida.
Aprendemos de la astucia de Sherezade que tejiendo con el ovillo de su imaginación una historia tras otra de relatos intricados y encantadores apaciguo la crueldad del rey y no solo se salvo ella de morir en sus manos, también salva a su pueblo de un baño de sangre. Sigamos contando para intentar apaciguar las fuerzas del mal, para ganar tiempo, para salvar horas de desesperanza, para salvarnos. Sigamos contando día tras día, noche tras noche durante mil días y un día, durante mil noches y una noche.
Eluy Hortelano Moreno

INTRODUCCIÓN
Los amigos de la asociación cultural “Mirador de San Lorenzo” me piden unas palabras de introducción a su “Cuadernillo de Cuentos”, que este año alcanza la sexta edición. Agradezco el encargo y les propongo una breve reflexión sobre la creación literaria de ese género, con la esperanza de que pueda servir de prologo a los presentados en este certamen.
Para mi resulta evidente que en el instante de la creación literaria la realidad pierde su imperio sobre nosotros. En ese preciso momento el contenido de nuestra conciencia no se ajusta a objetos externos, sino que concuerda consigo mismo; es decir, nuestra verdad en este sentido es más estético a lo existente. Así nos despegamos de los hechos y nos apegamos a las imágenes y a las metáforas. Y apoyados en un mínimo de realidad, operamos con un mundo irreal y, al revés, con elementos fantásticos creamos un mundo verosímil. (Los relatos de Antonio Muñoz Molina pueden ser el mejor ejemplo de esto para nosotros).
Cuando no recurrimos a la invención para emanciparnos de la realidad sino que, en nombre del realismo más extremo, intentamos reproducir las cosas tal como son, nuestro sometimiento no es absoluto, porque seguimos seleccionando con criterio estético. En el fondo la intención es fantasear, imaginar, crear. Por eso fingimos. La literatura, por tanto, es siempre ficción. Ortega y Gasset, al recordarnos que por mucho que por mucho que nos esforcemos en conocer objetivamente la realidad sólo conseguiremos imaginarla, ha dicho que el hombre “inventa el mundo o un pedazo de él. El hombre esta condenado a ser novelista”. Y el gran escritor mejicano Alfonso Reyes ajusta con una nueva tuerca ese juicio:” Ficción verbas de una ficción mental, ficción de ficción, esto es la literatura”.
Ficción pura se puede decir que es el cuento. Por eso viene a ser una narración breve que, por mucho que se apoye en un suceso real, revela siempre la imaginación desde un punto de vista individual. Porque la ficción, aunque posea aquí un desarrollo tan formal, desde el principio consiste en satisfacer de alguna manera un urgente sentido de finalidad, que debe ser redondo y jugoso como una naranja.
Rafael Bellón Zurita

INTRODUCCIÓN
Debo confesar que no soy asiduo lector de los relatos breves de ficción. No obstante, entiendo que el poder de los cuentos reside en su doble vertiente literaria y oral, donde la segunda de ellas juega un papel protagonista de primer orden pues a todos nos han relatado en nuestra niñez algún que otro cuento que luego, andando el tiempo, con más o menos edad, hemos leído víctimas del azar, por alguna intencionalidad no confesable o por simple y mera curiosidad. Sea como fuere, los cuentos forman pate activa de la memoria, terrible diosa mitológica está que administra su poder con indiferente crueldad.
Mis recuerdos sobre los cuentos, en la tradición oral, quizás la más genuina si no atenemos al valor emocional, se remonta a personas y lugares que ya no existen. Pasados los años lejos de la Ciudad de los Cerros, al borde de la mar, cada noche de 23 de Junio me viene a la memoria la famosa cantinela de la Tía Tragan tía, funesta mujer cuya sola mención me hacía estremecer de miedo. Fue mi abuelo quién relataba a sus nietos las peripecias de la hija del Rey Baltasar, y buen narrados tuvo que ser porque conseguía en las calurosas tardes de verano encandilarnos con sus cuentos y lograr ver la luna y los personajes que la habitaban a tiro de piedra.
En mi caso no hubo más cuentos en muchos años hasta que un día cayó en mis manos” el ruiseñor y la rosa”, de Oscar Wilde. Nunca me atreví a leerlo de nuevo, hasta hace escasas fechas, quizás por temor a que una segunda lectura devaluara, por poco que fuera, el extraordinario rédito que este cuento me proporcionó.
Los cuentos son un preciado instrumento al servicio de nuestra imaginación que, en función de su naturaleza, nos harán sentir el vértigo de la imaginación popular, forman parte del patrimonio de todos. Por ello saludo a la iniciativa y que se anime a nuestros jóvenes a que los plasmen por escrito, se den a conocer y, de esta forman, entre a formar parte del legado de todos.
Ramón Grau de Urda

MUCHO CUENTO
El cuento es un género épico prosaico, de tema amplio y detallado, cuya composición se caracteriza por la concentración en la acción del protagonista, la repetición de situaciones y la presencia de un texto estable; carece de matices religiosos, a diferencia de la leyenda, no está asociado a ningún lugar o tiempo, como la tradición, y tiene un carácter marcada mente moralista, casi siempre aparece el bien y el mal y concluye con un final feliz. La tipología y temática del cuento es muy variada, recoge tanto temas universales como temas presentes en la cultura nacional de cada pueblo.
En todos los cuentos del mundo se asemejan los temas, protagonistas y estructuras, La Cenicienta, Caperucita Roja…son personajes que se repiten de una cultura a otra con diferentes denominaciones; hay algunos temas que son universales: manzanas doradas, princesas que no ríen, el pájaro de fuego…El cuento tradicional presenta una tipología típica tripartita: de animales, maravillosos (o de hadas) y costumbristas.
Tradicionalmente han existido dos teorías en torno al origen del cuento: la llamada “tesis historicista”, surgida en la segunda mitad del siglo XIX y basada en los estudios de Afanasiev, influida por los recientes avances en el conocimiento de la lingüística indoeuropea, sostiene que el cuento ha surgido en un lugar concreto y se ha difundido merced a las migraciones; por su parte, la denominada” tesis antropológica”, desarrollada desde principios del siglo XX e inspirada en el pensamiento marxista, defiende que los cuentos son el reflejo de la universidad de la condición humana.
El más profundo estudio sobre el origen y significado del cuento se publicó en Leningrado en 1928, su actor, Vladimir Pros, demuestra que la analogía existe en cuanto a la temática de todos los cuentos en todas las culturas, es mucho más amplia y profunda de lo que puede parecer a primera vista, y resuelve cuestiones que ni la teoría de las migraciones ni la de la unidad de la psique humana podían resolver por sí solas.
Vladimir Pros, sin despreciar los estudios anteriores, sostiene que el hecho de que existan temas comunes no se explica por motivos genéticas, sino por razones mucho más profundas, y aunque admite que el cuento, en su origen, estuvo relacionando con representaciones religiosas, durante su evolución las formas están más vinculadas con el trabajo del hombre y con la naturaleza.
Pros parte de la base de que antes de elucubrar sobre su origen es preciso definir qué es el cuento en sí mismo; para él no es válida la clasificación de los cuentos por temas o categorías, y sostiene que las partes consecutivas de un cuento pueden trasladarse a otro ( a esto le llama “ley de la permutabilidad”);la escuela finlandesa compara las variantes de la temática universal de los distintos cuentos, criterio que no es válido para Pros porque, en su opinión, los distintos temas están muy vinculados entre sí y no se toma en consideración la “ley de la permutabilidad”.
Veselovskiy, más preocupado por la descripción que por la clasificación de los cuentos, concibe detrás del tema un complejo de motivos, para él el motivo es primario y el tema secundario; por motivo entiende” una unidad indivisible del relato” (el padre tenía tres hijos, la hermosa muchacha abandona la casa…). Pross difiere de esta concepción al considerar que el motivo no es simple ni indivisible, y que la mínima unidad indivisible del cuento no alcanza a construir un todo lógico.
Bedier es el primero en señalar que en el cuento existe una cierta relación entre los valores constantes y los valores variables, trata de explicarlo en base al concepto de “elementos”, término con el que denomina valores constantes esenciales; no obstante, deja sin resolver el problema de cómo aislar tales elementos y definir qué representan objetiva mente.
El origen del cuento de animales surge cuando la actividad central del hombre era la caza, su nacimiento está relacionado con el totemismo (creencia en la existencia de animales sagrados que tenían algún tipo de vínculo sobrenatural con la tribu); los animales hablan y actúan como personas, de forma alegórica, y la narración tiene una finalidad claramente instructiva.
Según Pros, los cuentos de animales se distinguen porque poseen una estructura muy particular que se percibe aún cuando no se tenga conciencia de ella: su estructura es simple, breves, sin fórmulas específicas para el principio y para el final, predominan en ellos los diálogos entre los personajes y carecen de elementos fantásticos; estos cuentos se asemejan a la fábula, Esopo, por ejemplo, utiliza con frecuencia el recurso de los animales que hablan.
Al cuento maravilloso se le prestó gran atención en el siglo XIX; en estos cuentos se conservan creencias antiguas: en espíritus, en duendes de los bosques, etc.… Su temática se presenta como combinación de elementos reales y fantásticos que reflejan los ideales del pueblo: el protagonista se distingue por defender con audacia la verdad, la justicia y la razón. Estructural mente, se compone de fórmulas al inicio y al final de l narración (Erase una vez…en un país lejano…), que se localiza en un lugar y fecha indeterminado, y se construye como una cadena de aventuras y de superación de obstáculos.
El protagonista suele una persona audaz osada y justa, bella tanto física como espiritual mente (La bella Durmiente, Blanca nieves, La Cenicienta, El sastrecillo valiente…);aparecen seres mitológicos(la bruja, el dragón),y tabúes que dan lugar a que los personajes puedan ser objeto de un encantamiento (comer una manzana ofrecida por una bruja, convertirse en princesa hasta las doce de la noche, transformarse en animal por beber agua de un manantial…).
Pros basa sus estudios en este tipo de cuentos comparando sus temas entre sí y asilando sus partes constitutivas, empleando un método semejante al estudio de las funciones del leguaje que había realizado Jakovson, y relacionando estas partes entre sí y con el conjunto; distingue en los cuentos valores constantes y valores variables y propone que, en tanto que los personajes varían, las acciones o “funciones” de los personajes permanecen inmutables, de donde concluye que el cuento atribuye las idénticas funciones a diferentes personajes: lo importante es qué hace el personaje y lo accesorio quién y cómo lo hace. El concepto de función de Pros sustituye y supera al de los motivos de Veselovkiy y a de los elementos de Bedier.
La “función” es la acción de un personaje definida desde el punto de vista de su significado en el desarrollo de la intriga; las funciones, según Pros apenas varían, en tanto que los personajes si lo hacen, lo hacen, lo que explica tanto la gran diversidad de cuentos maravillosos como la homogeneidad estructural entre todos ellos; para definir las funciones Pros preside del personaje y se sitúa en el curso del relato, en el significado de la función durante la intriga, de donde concluye que actos análogos pueden tener significado divergente.
La temática del cuento costumbrista se centra en las relaciones sociales y familiares, en este tipo de cuentos está presente el humor y la ironía y se hace crítica los vicios y de las miserias de la sociedad; es un género de carácter satírico en el que cada personaje recibe una valoración ética y social; un protagonista típico del cuento de costumbres es el tonto que, a la postre, resulta ser el más simple y realista que la hiperbolización de situaciones absurdas que se suceden unas a otras.
En conclusión, si a menudo se ha prestado poca atención a la tradición oral del cuento, estudiada y analizada con profundidad muestra que contiene un acervo de sabiduría nada despreciable, que ha sido transmitida de boca a boca y de generación en generación y cuyo origen se pierde en la noche de los cuentos, que transmitirá el saber popular de nuestra época a las generaciones venideras.
Así que, ánimo y a escribir.

CUANDO ERA NIÑO…
Cuando era niño, a mí y a mis hermanos nos cuidaba Elena , una muchacha de Santolalla que vivía con nosotros en nuestra casa del “Paseo Mercao”, situada enfrente de la fuente de San Pablo, justo delante de donde hoy esta el instituto. Elena tenía una voz que le temblaba de alegría, una voz que tiraba de sus gestos –de todo su cuerpo- hacia explosiones de optimismo. Llevaba flores en el pelo y sabía chistes y canciones y palabras de ternura. Levantaba su risa a todas horas como quien quiere doblar su estatura con la expresión de gozo.
La recuerdo asomándose continua mente a los balcones porque, debajo de ellos, pasaba la vida, un trajín de personas que se agitaba desde la mañana por la plaza y se repartía hacia la calle Montiel o la del Losal, hacia el Salvador o hacia la Rúa; por las tardes, la plaza atraía las canciones y los juegos de los niños, y los bancos se llenaban de conversaciones; incluso por las noche, la plaza aún resistía a quedarse sola y arropaba a alguna pareja de novios o las confidencias melancólicas de los adolescentes.
Elena aprendió el cuento de la vida desde los bancos se llenaban al “Paseo Mercao “. Entre la iglesia San Pablo y la bocacalle del Horno Contador, entre los portalillos y el Ayuntamiento Viejo, cabía la ciudad. Ella, muchacha de aldea, lo sabía. Miraba desde los balcones el cuento de cómo una plaza es una mano que acoge a persona e intereses. Era el cuento del encuentro, de la suma, del buscarse unos a otros, y Elena lo aprendió tan bien que los balcones de mi casa le trajeron un novio, un ser para mí legendario, dotado de la magia de las personas imprevisibles porque el novio de Elena era afilador y aparecía, siguiendo el horario loco de su deseo, anunciándose por la calle Montiel con la música, como de cristal, de su flauta.
De ese modo, el balcón de nuestra casa fue para Elena la primera página del cuento sin milagros del mundo. Desde él lo aprendía. Pero el balcón daba también al interior, a la mesa camilla o a las sillas del comedor, a sitios para sentarse y oír los otros cuentos que ella había aprendido en Santa eulalia. Y en esos cuentos que ella nos contaba, sí cabía el milagro, los finales felices o mujeres de belleza nunca vista, aunque también sombras de inancanzable maldad como la Tía Traga, los hombres tísicos o el lagarto de Jaén. Era entonces la boca de Elena la portada de un libro de prodigios. Sus palabras brillaban ante nuestros ojos y escribían un mundo donde no es posible la rutina ni las corbatas, donde el placer y el odio eran, como la imaginación, infinitos.
Entre esos dos cuentos –el de la vida y el de sus fábulas- se repartía Elena. Entre el mundo exterior de la plaza y el interior de la mesa camilla, poblada de palabras y leyendas, vivió y nos hizo vivir Elena hasta que un día se nos fue con su afilador. Yo no supe entonces –quizá ella tampoco- lo que sé hoy: que los dos mundos eran uno solo, que ella, al irse, había dejado el balcón abierto y el cuento de la vida se nos seguía metiendo en el cuarto de estar y nosotros lo seguíamos nombrando con las mismas palabras de los cuentos que Elena nos había contado.

Colaboración Especial
“Nada como los Cuentos”
Elvira Lindo
No conozco a ningún lector adulto que no haya sido amante de los cuentos cuando era niño. No me refiero solo a los cuentos leídos sino a la maravilla de habérselos escuchado contar a alguien, a uno de esos adultos, padre, tío, abuela, que son capaces de perder un tiempo con un niño chico y de narrar una historia dándole el suspense necesario. Mi amor por la literatura empezó mucho antes de que aprendiera a leer, siento casi más allá de lo que mi memoria puede recordar que me contaron cuentos desde el principio, cuentos para dormir en los que la voz del narrador se iba haciendo cada vez mas imperceptible a medida que veía que la criatura cerraba sus ojos. De la misma forma, mi amor por la música es anterior a que en mi casa hubiera tocadiscos o que fuera capaz de distinguir las canciones de la radio, porque tengo grabado el timbre dulce de la voz de mi madre cantando boleros mientras hacia las faenas de la casa.
Hay un tiempo anterior a la palabra escrita y los que hemos tenido la Fortunata de gozar de ese tiempo de las voces de nuestros mayores sabemos que ni era solo ficción de lo que en ese tiempo de las voces de nuestros mayores sabemos que no era solo ficción lo que estábamos recibiendo, también atención, cariño, protección. El niño al que se le han contado cuentos, sin duda, se siente más querido, lleva muchas cosas ganadas cuando al fin se enfrenta a los cuentos en papel. Antes de saber leer el niño mira esos libros coloreados como si fuera un gran misterio que solo saben descifrar sus padres. El niño mira con curiosidad el objeto y al mismo tiempo admira al adulto que es capaz de desvelar el significado de aquellos signos. La mayoría de los niños se hacen los remolones a la hora de leer por si solos un cuento. Aunque ya en la escuela les hayan enseñado y sepan defenderse con la palabra escrita lenta pero razonablemente, el niño sabe que va a perder un vinculo maravilloso con su padre o con su madre, y durante bastante tiempo sigue diciendo eso de, “no, léeme tu un poquito”. Nada como la voz del adulto que le quiere.
Un buen día el pequeño lector descubre que en los cuentos también hay voces, que están llenos de voces, y si es sensible y receptivo, poco a poco empieza a escucharlas, y si llega a ser un buen lector, querrá retirarse a un rincón tranquilo de la casa para poder distinguirlas mejor. Puede que cuando el niño se transforme en un adolescente se retire durante un tiempo de los cuentos, pero el joven que lleva en su interior un niño que amo las historias, volverá a buscarlas y encontrara en ellas consuelo, intimidad y compañía.
No encuentro diferencia entre la forma en que un adulto y niño se enfrenta a un cuento. Los dos buscan ampliar su mundo. En el niño que lee con frenesí un cuento de Roahl Dahl, en el lector que descubre maravillado el universo de Galdós, o de Clarín, o de Muñoz Molina (por citar un caso tan cercano para todos) hay alguien que sabe estar solo, que es a lo que nos enseña la literatura, a ser libres e independientes.

Luis Foronda.
Saludo
Erase una vez.
La imaginación no es ni siquiera, como dicen, una bella mariposa de alas quebradizas sino más bien la viva e intangible substancia de su vuelo, es decir esa materia invisible y asombrosa que llena la cabeza de aleteos fantásticos, ideas de las que mana luego un torrente repleto de historias. Pero la imaginación es sumamente atinada y donde alcanza sus mas altas cotas de libertad y de frescura es en la mente diáfana de un niño y en la extensión efímera de un cuento.
La asociación Cultural “Mirador de San Lorenzo”, desde la perspectiva que le confiere el lugar de Úbeda en el que se mueve, entiende que el Patrimonio de nuestra ciudad no se debe circunscribir al ámbito estrictamente monumental sino que debe potenciarse mucho más la riqueza humana, sus tradiciones y su acervo cultural. Al rebufo de esta fe se ha convocado el primer certamen Local de cuentos, la intención no es otra que recuperar el hábito de narrar historias, de vivirlas y de sentirlas, presos del murmullo hipnótico que tienen las palabras ya sean dichas o impresas.
La respuesta a esta llamada ha sido excelente, aquí esta la prueba:
Tienes en tus manos una selección de cuentos muy hermosos escritos en su mayoría por niños y niñas de entre 6 y 12 años (encontraras también algunos realizados por personas adultas). Elegir estos cuentos entre más de noventa trabajos presentados ha sido una tarea difícil, no por la labor de su lectura, que fue gozosa, sino porque a criterio del jurado había muchos que merecían haber sido publicados ya que todos poseían elementos que justificaban el estar también aquí, pero materialmente eso era imposible. Finalmente se seleccionaron lo que siguen a continuación atendiendo a sus especiales cualidades, su inventiva, su originalidad, su estilo y su singular argumento. Al publicarlos se han respetado absolutamente tanto la forma como la estructura del cuento original, si acaso (se trata de niños muy pequeños) se han añadido algún signo de puntuación para facilitar la escritura y se han corregido las mas rudos errores ortográficos.
La Asociación “Cultural de San Lorenzo” quiere agradecer al colectivo Cultural Malión su valiosísima colaboración, también a los colegios de Úbeda y a todos los que de una u otra forma se han visto involucrados en esta aventura.
Los adultos, instalados en una madurez artificial, creíamos que no había nada mas bonito ni mas edificante que contarle un cuentos a un niño, pero gracias a experiencias como esta, ahora sabemos es infinitamente mejor que sean ellos quienes nos los cuenten, porque ni en la mas portentosa de las inspiraciones logremos superarles.
Decía Kant que la felicidad no se alcanzaba atreves de la razón sino de la imaginación. Quédense por tanto con estos cuentos, disfrútelos, aireen su cabeza, ojala que el aleteo les sea provechoso y que tras su lectura vislumbre el destello inconfundible de la felicidad.
Asociación Cultural Mirador de San Lorenzo, Úbeda 2001

SALVADOR COMPÁN Ignacio Martínez
|
|
|
|
|
|
|
Todos los derechos reservados 7 visitantes (10 clics a subpáginas) © 2008 Halfcrak |
|
|
|
|
|
|
|